2.4.07

Tardes de invierno

Intentaba dormir. Afuera, los aullidos del perro me parecían una prolongación del estado en que hacia tiempo me encontraba: una tristeza desgarradora y solitaria. También la había sentido en esas tardes de invierno en las que apoyaba mi rostro sobre la superficie de los cristales fríos y miraba los árboles desnudos y me convertía en un invitado más de aquel cuadro de naturaleza muerta.

He conocido la ternura y el desaliento, el tacto suave y el abandono, la sensualidad infinita y el desconcierto. Su carga es demasiado grande, y pesa.


2002

No hay comentarios: